Las memorias de sostenibilidad
La cultura de la transparencia está penetrando en el modo de actuar de cada vez más empresas. Si las entidades bancarias y las grandes corporaciones fueron las primeras obligadas a ir incorporando protocolos de información más allá de los generales, poco a poco se
se ha ido expandiendo la necesidad o la conveniencia, según el caso, de ampliar la información que una empresa publica sobre sí misma.
De lo que era la obligación de inscribir en el Registro Mercantil los estados económicos y la Memoria económica anual, hemos pasado a la incorporación de una nueva información que cada vez puede ser más compleja. Hablamos de las Memorias de Información No Financiera, las Memorias de Sostenibilidad o Memorias de Responsabilidad Social Corporativa. Tres denominaciones que se corresponden en el fondo con un mismo contenido, pues si la Memoria de Información no Financiera es el término legal de lo que se exige por ley a determinadas sociedades, los términos Memoria de Responsabilidad Social Corporativa o el más reciente de Memoria de Sostenibilidad se corresponden con la
denominación que se ha venido dando a esta información cuando se sistematiza como modo de hacer público el compromiso de una empresa con la sociedad.
Primero fueron las empresas cotizadas las que tenían que publicar su Información No Financiera. Luego alcanzó la obligación legal a las em-presas de mas de 500 trabajadores y, a partir de este ejercicio empezarán a estar obligadas las empresas de mas de 250 trabajadores. Pero no acaba ahí el proceso.
Los distintos estándares existentes para elaborar las memorias sobre Responsabilidad Social Corporativa enfocan la necesidad de extender la responsabilidad social en la cadena de valor. Ello lleva a que las grandes empresas que deciden someterse a sistemas de calidad en materia de Responsabilidad Social, inicien un proceso de encuestación en la cadena de valor conformada por sus proveedores en la que les
piden que les informen sobre lo que hacen en esta materia. Esos cuestionarios están llevando a que empresas no obligadas se decidan por elaborar su propia Memoria, porque observan que sus clientes grandes empresas, les acogen mejor con este valor añadido. Esto es, se está empezando a convertir en realidad que la Responsabilidad Social es rentable.
Por otro lado, las administraciones públicas están incorporando cada vez más en sus licitaciones cláusulas para valorar la responsabilidad social de las empresas que les ofrecen sus servicios o productos. Esto está llevando a que incluso pequeñas constructoras se planteen la conveniencia de implantar protocolos de responsabilidad social.
El efecto expansivo puede tener sus riesgos: el denominado “greenwashing”. La responsabilidad social y medioambiental o sostenibilidad cumplida de forma meramente formal. Las empresas deben saber que el riesgo reputacional de esta estrategia es enorme. No hay nada peor en la estrategia de sostenibilidad que te pillen en un renuncio. La falsa responsabilidad social se paga duramente en el mercado, pudiendo unir la reputación de la empresa.
Por tanto, conviene trabajar bien un proyecto de Sostenibilidad o Responsabilidad Social en la empresa. Tendrá efectos económicos reconocibles en el corto plazo y contribuirá a que entre todos hagamos un mundo más sostenible contribuyendo a los ODS de la ONU.