Hacia dónde va la Sostenibilidad en las empresas
Sostenibilidad se está convirtiendo en una palabra de moda: ropa sostenible, turismo sostenible, comida sostenible, energías sostenibles… Pero no todo lo que se presenta como tal lo es y hay quienes tienen dudas sobre la perdurabilidad de esta moda.
Esto plantea dos cuestiones. La primera es ¿cuánto de todo lo que vemos y oímos es meramente “greenwashing”?, esto es, un lavado de cara verde para aparentar lo que no se es. Y encontramos que hay bastante lavado de cara. Quienes adoptan esta estrategia aún no han medido hacia dónde vamos, no han evaluado el riesgo reputacional en el que están cayendo, ni los riesgos financieros que derivarán de ese riesgo cuando se manifieste. La “hipocresía verde” puede ser nefasta cuando se descubre que una empresa que presume de su sostenibilidad encubre malas prácticas, la reacción del mercado puede ser contundente. Es más, esas empresas que practican el “greenwashing”, lo hacen porque son conscientes de que en su mercado la sostenibilidad es un factor relevante de éxito, por lo que el golpe de reacción ante el descubrimiento de la falsedad va directo al núcleo de su mercado causando daños que pueden ser irreparables.
La segunda pregunta es ¿merece la pena ser sostenible o es una moda pasajera?. Definitivamente esto no es una moda pasajera. Esto es parte de un proceso natural, ante los impactos que el hombre ha causado en la naturaleza, para repararlos por mera necesidad de supervivencia. Pero la sostenibilidad no es sólo medioambiental, también es social, y por eso es también una evolución natural del capitalismo hacia una cada vez mayor preocupación por el factor humano.
Y esa evolución se realiza desde la concienciación, pero, sobre todo, desde la normativización. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible proclamados por la ONU son mucho más que una declaración de intenciones, y no son el punto de partida, esto ya viene de mucho antes. Podemos observar cómo la Sostenibilidad se ha ido extendiendo como una mancha de aceite en ámbitos tan distintos como los instrumentos financieros, la normativa societaria o la normativa que regula los concursos de obra pública o de servicios públicos. Me voy a centrar en estos tres ámbitos concretos por su trascendencia para la actividad de las empresas.
En el mundo financiero todo empezó con la aparición de los primeros Fondos de Inversión con criterios ESG (Medioambiente, Social, y Gobernanza, siglas en inglés). Se trataba de Fondos que seleccionaban las empresas en las que invertían en función de estos tres criterios. Poco a poco se fue descubriendo que estos fondos eran más atractivos para el inversor privado, y que, además, acababan teniendo una rentabilidad más interesante por algo tan sencillo como es la reducción de riesgos reputacionales y sancionadores de las empresas en las que invertían los fondos. De aquellos hemos llegado hasta hoy en el que el Reglamento SFDR obliga a que los instrumentos financieros, o sus gestores, tienen que informar obligatoriamente acerca de cuestiones como la manera en la que integran los riesgos de sostenibilidad en las decisiones de inversión. Pero, si además el Instrumento financiero quiere decir en su publicidad que promueve características medioambientales o sociales, le exige en su artículo 8 toda una serie de obligaciones informativas para evitar el greenwashing. Y mucho más aún si el producto financiero art 9) afirma que tiene como objetivo inversiones sostenibles.
Bien, pues la onda expansiva financiera fue extendiéndose primero al capital riesgo y ha llegado a todo el mercado bancario, de forma que hoy en día los sistemas de “scoring” de las entidades financieras, que son los que establecen los precios finales de la financiación que se da a las empresas, incluyen entre los criterios de evaluación de éstas los riesgos medioambientales y sociales, es decir, su sostenibilidad.
Primera conclusión: en el ámbito financiero (el oxígeno de las empresas) la sostenibilidad ha venido para quedarse.
Pasamos al segundo entorno, la normativa societaria. En Europa especialmente. Hace muy pocos años hablabas de sostenibilidad a una empresa y te decía que “cortaras el rollo”. Ya tenemos el cumplimiento normativo penal, cada vez extendiéndose a más empresas, pese a que sea “voluntario”. Pero las empresas de más de 500 trabajadores ya están realizando obligatoriamente sus Memorias Anuales de Información No Financiera (cuyo contenido es el mismo que una Memoria de Sostenibilidad). Al cierre de este ejercicio la tendrán que elaborar obligatoriamente las empresas de más de 250 trabajadores. Y en pocos años será una obligación para todas las empresas. Desde diciembre próximo todas las empresas de más de 50 trabajadores deberán disponer obligatoriamente de un canal de denuncias interno para atender las denuncias por infracciones en normativa medioambiental europea o en fraudes financieros de ayudas públicas o en otros ámbitos normativos, que puedan formularles (con anonimato protegido) sus trabajadores, clientes, proveedores, etc.. Y, para que la publicación de las memorias no responda a un mero trámite de cumplimiento, ya se ha presentado un Proyecto de Directiva Europea sobre Diligencia Debida que obligará a las empresas a adoptar prácticas activas de averiguación en su actividad y en su cadena de valor (esto es, en sus proveedores) la realidad del impacto social y medioambiental de su actividad, obligando a efectuar mediciones y a publicarlas.
Segunda conclusión: en el ámbito mercantil, ya no es una moda, es una obligación.
En el tercer entorno, el de la contratación pública. Ya se ha incorporado en la normativa reguladora de los contratos públicos el factor de sostenibilidad como un factor de puntuación y selección de las adjudicaciones de contratos públicos. No cabe decir más, si puedes presentar a tu empresa como sostenible, tienes más puntos que la empresa que no puede acreditar esa condición. Es más, las grandes empresas, por aplicación del efecto sostenibilidad en su cadena de valor, también han incluido este factor en la selección de sus proveedores.
Tercera conclusión, si quieres conseguir trabajos con la administración o con las grandes empresas, ya no es la sostenibilidad una moda, es necesaria.
La sostenibilidad, por tanto, ha pasado a formar parte de la senda estratégica de cualquier empresa, de cualquier tamaño, que quiera tener éxito en el mercado. En SENEX nos ofrecemos a ayudaros en ese camino.